Compartimos otro microrrelato enviado por Isidora, de Torre Aljáquime (Cádiz), que ha querido participar en la iniciativa "Microrrelatos confinados" puesta en marcha por la plataforma En buena edad.
"Monotonía anhelada"
Me levanté sobresaltada al creer que había sonado el despertador, como cada mañana a las 6.50 me costaba horrores levantarme, cada día era un suplicio pensar en lo monótono que veía mi vida y mi trabajo, todo se había vuelto gris, hasta la tostada que cada día pedía en el mismo bar y al mismo camarero, el mismo autobús siempre a la misma hora, los mismos informes inventarios de productos en aquella empresa alimentaria.
Así que me sentí con alivio al pensar en las palabras de aquel médico que nos pedía paciencia y prudencia en el estado de alarma, que íbamos a sufrir en las próximas semanas de confinamiento, yo respiré aliviada lo bien que me iban a venir estos días para ordenar los armarios, descansar, ver tele, leer.
Hubo tiempo para todo hasta para empezar a ordenarme mi vida, aunque esto era lo más difícil, viendo que hay vidas que ya no atienden ni al orden ni al concierto, son vidas en stand by, se acabaron los libros que leer, las recetas que elaborar, la gente a quien llamar, pero sin embargo la tristeza lo inundaba todo, la angustia y el miedo. De nuevo volvieron los días lluviosos y las primaveras atípicas, el tiempo pasaba como agujas cargadas de recuerdos, lentamente.
De nuevo el despertador sonaba después de tantos meses apagados, ahora no hizo falta apagarlo desde la cama, ya llevaba horas levantada, para correr a mi vida gris de antes de la PANDEMIA, ahora ya no la veía gris la sentía como la más dulce de las monotonías a la que pertenecía también esa vida desordenada.
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