Compartimos el microrrelato enviado por Rafa, desde La Viñuela (Málaga), que ha querido participar en la iniciativa "Microrrelatos confinados" puesta en marcha por la plataforma En buena edad.
"Nos vamos a querer toda la vida"
Eran unas manos temblorosas, agrietadas, bronceadas por la historia y el sol obligado, y como cada mañana desmigaban un trozo de pan en el café, llevaba sesenta años desayunando lo mismo, era su forma de seguir conectado a lo que fue, y lo que será.
Hoy es el día sesenta del confinamiento y él sigue con su rutina, la cocina es el bar del Frasquito, allí echa el rato de la mañana, pensando en las charlas pendientes, más tarde un paseo por el pasillo, va mirando los eucaliptos que dan sombra al río, y va tarareando algún bolero de los que le gustan a Marisa, ella se suele despertar más tarde, hoy le iba a dar una sorpresa, la llevaría al cine, había visto que echaban una de Manolo Escobar en la tele. Abrió la puerta del baño y se refrescó la cara con el agua fresca del río, se humedeció el pelo, sí, un poquito de peine y ya estaba listo para acercarse a despertarla, pensó en ir en el coche de caballos, pero decidió que sería demasiado presuntuoso para ser en martes, mejor bandeja y desayuno, por un segundo frunció el ceño, esperaba no tirar el café con aquel dichoso temblor de manos.
Bueno, seguro que al menos le regalaría una nueva sonrisa, hoy podía ser otro día maravilloso.
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