25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género 2018: la violencia de género en las mujeres mayores

Cartel contra Violencia Género de Consejería de SaludEl 25 de noviembre se conmemora en todo el mundo el Día Internacional contra la Violencia de Género. Con motivo de esta efeméride, desde la plataforma www.enbuenaedad.es queremos prestar atención a la violencia de género cuando se ejerce sobre las mujeres mayores.

Las mujeres mayores pueden haber estado sufriendo maltrato durante muchos años, aún sin ser conscientes de ello, desarrollando sentimientos de indefensión, incapacidad e impotencia. Se trata de un grupo social culturalmente más tradicional que se manifiesta claramente en las costumbres y las tradiciones que favorecen a los hombres, como por ejemplo el uso del espacio público, las tradiciones sexistas y en algunos valores religiosos del matrimonio en relación a su ruptura y la forma de cohabitación.

Además, es muy frecuente la dependencia económica de la pareja e ingresos escasos procedentes de pensiones, que en muchos casos se agrava al perder el apoyo cotidiano de sus hijos e hijas cuando se independizan e incluso cambian de ciudad, lo que las enfrenta a vivir una violencia sin testigos, ni mediación. A esto hay que sumarle que en la etapa de jubilación el número de horas de convivencia con la pareja aumenta, y algunos hombres tratan de tener un mayor control sobre el tiempo, las actividades y relaciones de las mujeres, exigiendo, con violencia, su disponibilidad y presencia para acompañarles y atenderles.

Según la investigación titulada “La violencia de género en el medio rural”, en este contexto y en especial en los pueblos de menos de 2.000 habitantes el control social y la estigmatización de las mujeres que sufren este tipo de violencia y la estructura familiar tan extensa y a la vez tan estrecha, condicionan su vida cotidiana haciendo que, por vergüenza no puedan contar la situación que de forma crónica llevan viviendo la mayor parte de su vida y puedan solicitar y recibir ayuda. Este control de la comunidad condiciona la presentación de denuncias y dar a conocer la situación de maltrato, aunque la mayoría lo sabe.

En el estudio “Violencia de Género en los pequeños municipios del Estado español”, se refleja cómo también existen menos recursos sociales, sanitarios y de seguridad. La proporción de mujeres a estas edades con carnet de conducir y vehículo propio es muy diferente a la de los hombres y los servicios públicos de transporte desde los núcleos rurales a los servicios provinciales o interurbanos en los pequeños municipios, son insuficientes, especialmente en núcleos de población dispersos o pedanías, por este motivo tienen muchas dificultades para solicitar información en las capitales de provincia o municipios mayores sobre recursos que pudieran beneficiarle.

En cuanto al uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación existe una brecha generacional (menores y mayores de 45 años). Esto les impide el acceso a las nuevas tecnologías, como por ejemplo la telefonía móvil, los puntos de internet públicos, la banda ancha, o la propia línea telefónica, que implica menos oportunidades de acceso a la información y a los recursos de atención dando lugar a menores oportunidades de autonomía.

La distribución de las mujeres que se declaran maltratadas es menor en mujeres mayores de 65 años y residentes en núcleos de menos de 2.000 habitantes, con respecto a mujeres jóvenes, según los datos de la Macroencuesta Violencia contra la Mujer de 2015. Es también interesante que sean las que menos han acudido a la policía o a los juzgados, servicios médicos, psicológicos, sociales, de asesoramiento legal, etc. También cuentan menos su situación a personas de su entorno, familia y terminan la relación de pareja en menor medida que el resto de mujeres de menos edad y que viven en poblaciones mayores.

Las reacciones de familiares de la mujer, cuando comparte con ellos la situación de violencia que está viviendo, también varían en lo que se refiere a la opinión de que abandonen la relación, más abundante en este sentido en personas jóvenes que entre personas mayores de 60 años y los pueblos de menos de 2.000 habitantes.

Asimismo, en las mujeres con discapacidad se conjugan una serie de circunstancias que las hacen más vulnerables a la violencia. Existen investigaciones que indican una mayor prevalencia de maltrato por parte de la pareja o expareja en las mujeres con discapacidad comparadas con las mujeres que no tienen discapacidad.

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