Compartimos el microrrelato enviado por Carmen, de Málaga, que ha querido participar en la iniciativa "Microrrelatos confinados" puesta en marcha por la plataforma En buena edad.
"Tras la pantalla"
La anciana miró la pantalla que tenía frente a ella, perpleja. Los extraños garabatos e imágenes que contenía le hacían sentir como una tonta al observarla. Veía el dedo de su nieta moverse de un lado a otro con rapidez, pero no lograba entender qué hacía.
De pronto, ese cachivache tan moderno para ella comenzó a dar tono de llamada, igual que lo hiciera el teléfono fijo que tenía en casa, y el rostro de su hermano apareció en esa misma pantalla. Lo acompañaba su sobrino, que le decía a dónde debía mirar, pues parecía tan perdido como ella. Pero, al ver la cara de la anciana tras ese cristal, una sonrisa iluminó su rostro arrugado.
Estuvieron charlando mucho tiempo, tanto como si hubieran estado juntos físicamente. Sus jóvenes acompañantes les repetían aquello que no lograban entender a causa de las interferencias, y reían cuando contaban alguna de sus muchas anécdotas de la infancia.
Mientras se despedía de su hermano y le lanzaba un beso con la mano, la anciana pensó que, después de todo, las tecnologías que utilizaba su nieta no eran tan malas como creía.
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